Y volvemos con esta especie de ciclo sobre «El cerebro del niño. 12 estrategias revolucionarias para cultivar la mente en desarrollo de tu hijo» de Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson, hoy con la cuarta entrega. ¡Ya sólo queda una más!
En la primera entrega hablamos de la integración horizontal y las dos primeras estrategias para logar ese tipo de integración. En la segunda entrega pasamos a la integración vertical, con las siguientes 3 estrategias. En la tercera entrega nos pusimos con la integración entre las memorias implícita y explícita, para la que hablamos de 2 nuevas estrategias. Hoy hablaremos de la primera parte de lo que los autores llaman «visión de la mente», que constituye la «clarividencia», y para la cual utilizaremos las estrategias 8, 9 y 10.
Los autores hablan finalmente sobre lo que llaman «visión de la mente», es decir, la comprensión de la mente que, sí, claro está, hay que trabajar de manera explícita.
Comprender la mente humana tiene dos vertientes: la comprensión de nuestra propia mente, o clarividencia, y la comprensión de la mente del otro, o empatía. Hoy abordaremos la primera vertiente.
Para comprender esta clarividencia (que hasta ahora puede que nos suene a algo místico, espiritual o incluso a un superpoder xD) o comprensión de nuestra propia mente, los autores utilizan el símil de una rueda. Una rueda que a partir de ahora llamaremos «rueda de la conciencia», y que se compone de dos zonas claramente diferenciadas: el disco y el aro.
El aro representa aquello en lo que nos fijamos de nosotros mismos, de lo que somos plenamente conscientes. Por el contrario, el disco representa el lugar interior de la mente desde donde tomamos consciencia de todo lo que ocurre alrededor y dentro de nosotros. Es decir, el aro está lleno de aspectos concretos de nuestra vida, de nuestra personalidad… y todos ellos se integran en el disco, desde donde tenemos una visión mucho más amplia de nosotros mismos, puesto que abarca todos los aspectos que podemos encontrar en el aro.
Por si no estabais seguros de lo que era una rueda. De nada ;)
El problema empieza cuando nos atascamos en el aro, puesto que dirigimos toda nuestra atención a unos pocos aspectos concretos del mismo que nos generan angustia (estoy haciendo mi trabajo de manera horrible, no valgo para esto…), y se pierde el contacto con las demás partes del aro que podrían ayudarnos a sentirnos mejor (también es verdad que las condiciones en las que estoy trabajando no son las mejores, etc). Cuando nos quedamos atascados en el aro, no captamos la diferencia entre «ser» y «estar», de manera que percibimos un estado pasajero como parte de nuestro yo permanente (no haber hecho bien mi trabajo no quiere decir que sea horrible en mi trabajo), y el estado acaba volviéndose un rasgo que nos define.
Así que para integrar los diferentes aspectos del aro y dejar de percibir un estado pasajero como un rasgo que nos define, tenemos que desplazarnos del punto del aro en el que nos hemos quedado atascado, al disco, donde podremos ver nuestros problemas con mayor perspectiva.
Para ello, como imaginaréis, 3 estrategias:
- Estrategia número 8: «Enseña que los sentimientos vienen y se van«. Y es que, tanto nosotros mismos como los niños, debemos reconocer los sentimientos como circunstancias temporales. Es decir, debemos ayudar a comprender a los niños que los sentimientos son estados, no rasgos. Ahora te sientes muy enfadado o decepcionado, pero ya verás como mañana lo ves de otra manera. Cuando los niños se sienten mal, no saben que eso no va a ser así para siempre, condición que perpetúa su malestar. Así que es importante que se lo expliquemos nosotros, que les ayudemos a comprender que mañana se sentirá mejor aunque ahora le parezca imposible.
- Estrategia número 9: «La criba: presta atención a lo que pasa dentro«. Esta estrategia nos impulsa a ayudar a los niños a reconocer los distintos aspectos de su aro. Es decir, procurar que no sólo vean aquello negativo que tanto malestar les está generando, sino también todo lo positivo que tiene alrededor, y que en principio no pueden ver porque están ofuscados en lo negativo. Para ello, hay que aprender a cribar sensaciones, imágenes, sentimientos y pensamientos (educación emocional en toda regla), que se influencian entre sí que juntos pueden crear y modificar nuestro estado de ánimo.
- Estrategia número 10: «Regreso al disco central«. En este caso, realizamos exactamente lo mismo que en las estrategias anteriores pero, siendo más mayores, de manera totalmente consciente. Esto quiere decir que hemos de hablarles a los niños de su propia rueda de la consciencia, de su aro, de su disco, y de lo que puede significar quedarse atascados en un punto concreto del aro. Así, cuando esto ocurra, el niño podrá utilizar técnicas de relajación y pensar en su propia rueda de la conciencia para encontrar todos esos puntos que no ve sin ponerse a pensar en ellos explícitamente.
Como veis, tampoco es que haya grandes diferencias entre estas 3 estrategias.
Y hasta aquí la cuarta entrega de este ciclo sobre el cerebro de los niños. Como siempre, si tenéis alguna duda, no tengáis ningún reparo en preguntar. Espero que os siga resultando útil. El próximo día acabaremos el ciclo con la empatía y, por fin, las estrategias 11 y 12.
Hasta entonces, ¡sed clarividentes! ;)
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Muchas gracias por tu esquema en pdf. Precisamente cogí este libro en la biblioteca la semana pasada y me lo estoy leyendo.
Pues muchas de nadas! Está bastante bien el libro, verdad? Ya me contarás qué tal te funcionan las estrategias ;)