Luces y sombras Montessori (II): Mente absorbente y periodos sensitivos

En una entrada anterior os contaba que hace unos meses hice un curso de introducción a la pedagogía Montessori, y empecé dando unas pinceladas de lo que había aprendido sobre el desarrollo de los niños desde el punto de vista de la Dottoressa.

Hoy, de la misma manera, seguiré en esta dirección a la vez que iré valorando, siempre desde mi punto de vista y nunca como experta sino más bien todo lo contrario (ya dije que seguramente algunas de mis dudas se disipen conforme siga aprendiendo), cada punto que se abordó en aquel curso.

La mente absorbente

«La mente absorbente» es un concepto muy importante en la pedagogía Montessori, o al menos a mí me lo parece, y además es uno de los puntos en la misma al que más se suele hacer referencia.

El periodo en que se da es de los 0 a los 6 años, aunque, evidentemente, hasta los 3 años e menos consciente.

Esta mente absorbente es más compleja de lo que parece, puesto que:

  • Es universal, es decir, ocurre en todos y cada uno de los niños que conoces; y en los que no conoces, también.
  • ¡Es infinita!
  • Es creativa, puesto que no es un esponja pasiva, sino que, por ejemplo, absorbe todo el lenguaje que le llega y crea a partir de ello frases nuevas.
  • Es dinámica, ya que, como veremos, dependerá de los intereses cambiantes de cada momento.
  • Es espontánea, no necesita que nadie lo induzca.
  • Y es selectiva, aunque no siempre de la manera que nos gustaría, ya que absorbe tanto lo que podríamos calificar de «bueno» como lo que calificaríamos como «malo» (aunque todos sabemos que estas categorías absolutas más bien no existen…), por lo que debemos tener cuidado con lo que les hacemos llegar.

Para Montessori, a esta edad hay que darles lo mejor de lo mejor para enseñarles que el mundo es agradable, no hostil. Personalmente, quiero que mis alumnos sepan que la vida puede ser maravillosa y que tengan muchas ganas de vivirla y descubrir todo lo que les puede deparar, por lo que entiendo este argumento, aunque tampoco me gustaría transmitirles lo que no es: un camino de rosas, sin sufrimiento, donde todo es perfecto… porque tarde o temprano sabrán que no es así, y nosotros no podemos controlar cuándo será. Unos niños empezarán a descubrirlo muy tarde, pero también habrá niños que lo vean demasiado pronto. Por ello, yo no ocultaría que a veces la vida sí puede ser hostil, aunque, evidentemente, con cuentagotas. Es un matiz, pero un matiz importante, ¿verdad?

¿Deberíamos ponerles unas gafas que tiñan su percepción del mundo de color rosa?

Lo que debemos hacer con esta mente absorbente es activarla, porque si no recibe estímulos se apagará. Parece que lo que más necesita es amor, algo que me parece del todo lógico y comprensible, y me llena de alegría que se contemple así en esta manera de ver la educación. Pero también tienen importancia aquí el orden, esas rutinas temporales que tanto nos gusta a las de infnatil para que los niños puedan prever qué va a ocurrir, tomen conciencia del tiempo y además ganen autonomía… pero también la libertad de movimiento (esto ya nos cuesta un poco más…), el uso de las manos, y poder equivocarse pero siempre con posibilidad de autoccorrección.

Sí, has leído bien, orden y libertad de movimiento ¡juntos!

Este último detalle que parece tan perfecto a simple vista, tiene para mí un sabor un tanto agridulce. Por una parte me encanta el hecho de darle un valor positivo al error, porque en general es algo que decimos mucho pero luego no toleramos, pero sobre todo que el adulto no intervenga. Y esto me gusta especialmente porque veo a diario que los niños necesitan que les digas si lo están haciendo bien o mal casi a cada paso. Yo suelo decir que si han acabado dejen el material en su sitio, y nada más. No me paso uno por uno para decirles que les ha faltado una mano por pintar o que han escrito el nombre al revés, pero ellos me piden la cara sonriente, porque si no, creen que están trabajando en vano. Y eso de trabajar bien por una carita sonriente me da la sensación de que es toda una filosofía de vida que no estaría de más evitar (a pesar de que, a veces, también caigo, seamos sinceros)…

Por otra parte, la autocorrección hace que se siga adelante a pesar de tener errores (o gracias a ello) y no depender de la corrección del adulto, pero también esconde algo que no me parece lo más positivo, puesto que sólo se puede seguir adelante por un único camino. Sé que no es fácil recoinciliar ambas posturas, porque si no hay corrección alguna (ni la propia ni la del adulto), parece difícil que pueda llegar a haber progreso en el aprendizaje, pero ya os conté que no me gusta quedarme con lo mejor que encuentro sino que ando en búsqueda de la perfección, y ante esta autocorrección no puedo hacer otra cosa que preguntarme «¿y dónde queda el pensamiento lateral?». No sé si me explico tan bien como me gustaría, pero bueno, creo que de todas formas volveremos a este punto más adelante.

Siguen siendo matices…

Los periodos sensitivos

Los periodos sentitivos, son otro concepto muy propio de esta pedagogía que podríamos definir como ciertas fuerzas poderosas que atraen a los niños a hacer algo, sin saber que así recibirá lo que podríamos llamar el «alimento» que necesita su ser.

Parece muy místico, pero también podría explicarse por evolución, ¿no? En cada etapa de su vida al niño le atrae alguna cosa que debe explorar, porque será el mejor momento para sacar provecho de ello. Por ejemplo, el lenguaje humano es muy atractivo para los recién nacidos y lo distinguen muy bien, y gracias a ello aprenderán con gran rapidez, sobre todo a entenderlo.

Los periodos sentivos tienen las siguientes características:

  • Son universales, ocurren en todos los niños por igual.
  • Una vez más, son distintos según la fase de desarrollo en la que se encuentren.
  • Nos permiten, como digo, aprender con mayor facilidad y perfección.
  • Eso sí, algunos se dan en paralelo y otros son secuenciales, por lo que pasará a veces que tendrán esa atracción tan especial hacia varias cosas distintas a la vez.
  • Y nos los podemos imaginar como ventanas que se abren, pero que, desafortunadamente también se cierran, por lo que hay que aprovecharlos bien mientras duren.

¿Pero cuáles son?

A groso modo, hasta los 6 años se dan los periodos sensitivos para el lenguaje, el movimiento y la coordinación, el orden, los pequeños detalles, o las relaciones sociales.

Y yo me pregunto, si a esta edad tienen un periodo sensitivo hacia las relaciones sociales, ¿por qué entonces, como dije en la entrada anterior, se considera que es una obsesión adulta y que ya lo necesitarán más adelante? Es algo que no me queda demasiado claro…

De los 6 a los 12 años, los temas son más bien la moralidad (el bien y el mal, las religiones, las reglas… ¡anda que no son chivatos! :P), el grupo, la abstracción y la imaginación.

Como imaginaréis, después de lo que dije al respecto en la entrada anteiror, esta imaginación yo la situaría algo antes

De los 12 a los 18 años hay atracción por los héroes y heroínas, por lo que lo mejor será darles modelos de personas que sean realmente admirables; y de los 18 a los 24 años, esta atracción es vocacional, ya que se encuentran ya en la búsqueda de su futura profesión.

Y creo que ya me he enrollado suficiente por hoy. Voy poquito a poco porque hay taaantas cosas por cubrir… Ojalá os resulte interesante y los expertos arrojéis luz allá donde yo todavía veo algunas sombras ;)

¡Hasta el próximo capi de Luces y Sombras Montessori! :P

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2 pensamientos en “Luces y sombras Montessori (II): Mente absorbente y periodos sensitivos

  1. Muchísimas gracias, Judith! Me alegro mucho, porque, ¿sabes? Creo que abrí el blog para poder hablar de cosas así y de esta manera. Bueno, y también para otras que he tenido que acabar borrando, pero eso es otro cantar xD Un beso, guapa!

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