Si hay algo que me molesta y mucho de esta profesión que tanto me apasiona, es la falta de autocrítica. El sistema educativo es una mierda, pero no por mi culpa sino por la de los demás. Yo soy perfecto, y que a nadie se le ocurra decirme que podría mejorar un ápice de mi forma de hacer las cosas, porque no tiene ni idea de lo que está diciendo. Con la de años de experiencia que llevo yo a mis espaldas y va a venir cualquiera a decirme lo mal que lo hago…
Esto me recuerda a una canción de uno de mis grupos favoritos. Mamá ladilla toca «Padezco rock« en su último disco (discazo, como todos) «Coprofonía». Dadle una oportunidad a pesar de que los nombres no sean los más bonitos del mundo xD
Así no se trata a los representantes en la Tierra de un rollo legendario…
Y es que aunque no lo parezca, la falta de autocrítica está a la orden del día. Por parte de aquellos que dan por bueno lo que se ha hecho toda la vida, pero también por parte de aquellos que están haciendo grandes esfuerzos por eliminar de sus aulas lo que no les gusta de la escuela tradicional. El otro día estaba en un taller de educación emocional en el que había tanto padres y madres como docentes entre los asistentes, y hablando de errores que se cometen en las escuelas en este ámbito, los docentes se sentían atacados por los comentarios de los padres, a los que respondían que no había que generalizar, que ellos no cometían ni uno sólo de esos errores que se mencionaban. Me dieron ganas de entrar en las clases de todos esos profesores que sin duda ponen todo de su parte para acompañar las emociones de sus alumnos de la mejor manera posible y decirles, aunque sólo fuera una vez, «¿y esto qué?«, porque estoy segura de que, con lo tremendamente difícil que es, algunos de esos errores se les escapaban, pero ni siquiera eran conscientes.
A veces creo que forma parte de un camino natural, que todos acabaremos pensando que somos los docentes perfectos, y que el sistema no funciona por culpa de los demás. Pero es que yo no quiero ser nunca, por muchos años de experiencia que acumule en el futuro, uno de esos docentes que creen que ya lo han aprendido todo, y que ya sólo les queda enseñar a los que vienen detrás, con toda la soberbia del mundo pero con la autocrítica reducida a la mínima expresión.
Todo lo contrario, tengo claro que si la crítica es esencial en esta profesión, la autocrítica lo es todavía más, de manera que debe incluso formar parte de nuestra personalidad. Porque reconocer los errores no implica ser peor docente sino todo lo contrario, y además si me dices que no tienes errores yo te diré que no te los has buscado bien, porque nadie es perfecto.
Y yo soy la primera que comete errores todo el tiempo. Si pido autocrítica a los demás, no dudéis que es porque la ejerzo conmigo misma y además constantemente. Es muy bonito y sobre todo fácil esconderse tras una pantalla y fingir que tus clases son perfectas (aunque, a todo esto… ¿qué es la perfección?), pero no, Seño Punk también tiene días difíciles, a Seño Punk se le acaba la paciencia demasiado rápido en algunas ocasiones, Seño Punk se ha visto haciendo cosas con las que no está de acuerdo: últimamente he gritado más de lo que me gustaría, y en ciertas ocasiones hasta he castigado y he hecho chantaje… por poner unos ejemplos de lo que me escuece ahora mismo a la hora de pensar en mi propia práctica.
Tengo mucho por trabajar, sí, ¡menudo fraude de seño! Pero doy gracias (¿a Dios?) de que me autoobservo, reconozco mis errores, los analizo lo mejor que puedo y trato de buscar soluciones. Sin autocrítica me quedaría estancada sin mejorar ni aprender, pero lo peor es que ni siquiera sería consciente de tener esos errores. Creo que un maestro no puede ser un gran docente sin parar de vez en cuando y dudar un poco de sí mismo. ¿Me estaré equivocando? ¿Cómo sé que lo que hago es lo mejor para mis alumnos? Y por supuesto la autocrítica por sí misma no tiene absolutamente ningún valor. Hay que covertir esa autocrítica en un proyecto de mejora.
Y es que ser maestro no es tan fácil como puede parecer, pero no sólo en cuanto a lo que podríamos llamar «logístico», sino sobre todo por la parte de reflexión constante que comporta.
¿Y tú? ¿Eres de esos maestros sin defectos o te aplicas la autocrítica con regularidad? ¿Ya tienes un proyecto de mejora?
Hola.
Soy maestro, en este momento en paro.
He trabajado en muchos ámbitos educativos: formales e informales, públicos y privados, creativos y “tradicionales”, con personas discapacitadas, en riesgo de exclusión, inmigrantes i “gente normal” ,… En diversas instituciones, durante más de 25 años.
El útimo trabajo ha sido de tutor de primária (ciclo superior y ciclo inicial) 9 añis en una concertada.
Me ha llamado la atención tu artículo, por el tema.
La autocrítica me parece un tema fundamental, al tiempo que muy delicado y difícil de realizar.
En primer lugar porqué la autocrítica sólo es posible en un clima de CONFIANZA. Supone poner tus miserias y errores a la luz pública y estar dispuesto a que los demás puedan aprovecharse para macharte con intereses a veces incofesables.
Estoy básicamente de acuerdo con el planteamiento de tu artículo, pero creo que hay una dimensión que se debe tener en cuenta cuando analizamos cualquier realidad: la vida institucional.
Todos estamos inmersos en instituciones, aunque casi nunca seamos conscientes de su presencia. La institución es la que marca la reglas de juego, el marco en que tu, como maestra, te mueves, las relaciones de poder, el clima, el ambiente, la ratio, las inversiones econñomicas, la democracia interna… vienen condicionadas por aspectos que no sólo dependen del comportamiento personal de un profesor.
Hoy las instituciones educativas están sometidas a muchos intereses i condicionantes, no són lugares neutros. Obedecen a las reglas de la cultura dominante y del mercado. Hablo así porque mi situación de desempleo se debe a ello, pero no creo que sea un caso aislado.
La autocrítica supone CONFIANZA y LIBERTAD, pero las instituciones educativas no están por la labor. Yo creo, que de hecho, están en contra. Si no haz la prueba.
Creo en las relaciones humanas, en las personas, y si creo que un grupo de profesores, que tenga un serio compromiso en la lucha por la promoción real de sus alumnos, puede plantearse hacer algo en serio, aunque se tope con la institución.
Muchos de los profesores que no quieren saber nada de autocrítica es porque han tirado la toalla y callan por no enfrentarse a la verdad. Es más cómodo ir acumulando trienios, sexenios,… que decir lo que se piensa de tal o cual aspecto del colegio y no digamos de las propias equivocaicones. Pero lo cierto es que si no se van abordando las cosas que no funcionan uno acaba haciendo lo que no quiere (perdiendo la paciencia, maltratando a los alumnos, aceptando funcionamientos que son antipedagógicos,…)
Sólos no podemos ningún cambio. Necesitamos pequeños grupos bien cohesionados para conseguir cambios significativos, En ellos si creo que uno puede ser autocríco. Es más, creo que haría falta crear nuevas instituciones regidas por pirncipios como la verdad, la confianza, la libertad, la promoción de la persona,… que respondieran a las necesidades educativas de las personas del siglo XXI y no a lo que el mercado o el estado puedan plantear. Pero esto son palabras mayores.
Puede parecerte que me he ido muy lejos y que me complico la vida, que no hace falta liarse tanto para hacer algo. Mi experiencia me lleva a afirmar que la vida es compleja y que hay que actuar en lo pequeño pero analizar bien las causas de lo que ocurre, en todas sus dimensiones, para responder eficazmente.
Bueno, ánimo. Espero que sigas siendo autocrítica, pero mi consejo es que veas con quien puedes serlo y con quien no. Quien será capaz de tratar con delicadeza lo que tu confieses de tus errores.
El ser humano “somos” en relación a los demás.
Como le dijo el marinero al Conde Arnaldos: “Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va”.
Hola Xavier, la verdad es que ahora me doy cuenta de que en el texto no queda muy claro que me refiera a una autocrítica interna. No pido que se haga una autocrítica en voz alta, ni que se le confíe a un grupo ni a nadie en concreto, sino más bien a conocernos bien, analizar nuestra propia conducta igual que tendemos a hacerlo con la de los demás y sacar conclusiones incluso aunque no nos sintamos cómodos con ellas. Es cierto que expresarla sería el siguiente paso, pero, como dices, es un paso mucho más complicado porque dependes de quien te rodea. De la misma manera, tampoco pido que nos autofustiguemos. Simplemente debemos aceptar nuestros errores sin machacarnos por ello, que a veces, superada la primera barrera, ésta parece todavía más difícil. Muchísimas gracias por tu comentario, ha sido muy interesante leerte y ojalá podamos conversar a menudo. Un abrazo!
Estoy muy de acuerdo, cuando era jovencita iba de monitora a un campamento. La reunión de monitores consistía en decir lo maravillosos que eramos y lo bien que lo hacíamos todo. Por lo menos hasta que la coordinadora cambio. Yo era novata, y no me sentía muy contenta de no saber como arreglar los problemas diarios ni de que nadie fuera a ayudarme en esto porque en la reunión eramos todos estupendos y no había problema ninguno. En las rutas que hacíamos con los peques por la zona, no había un responsable de hacerlas antes y enseñarlas en mapa o dibujo al resto, cada vez que sacaba el tema en la reunión la respuesta era «ya veras como lo averiguas, no le des mas vueltas». Pero no era así, cada ruta era un correr por no despistarnos del grupo y muchas veces el grupo desaparecía entre la maleza y me quedaba sola, perdida, con 10 niños a cuestas. Nunca tuvieron la sensación de estar perdidos porque jugábamos a que era una prueba de supervivencia y debían buscar pistas que indicaran el camino o, al menos, la dirección a tomar y decidir si tomarla implicaba algún riesgo y que riesgos eran aceptables y cuales no. Perdernos fue útil, pero muy agobiante para mi, mas cuando podríamos haberlo evitado.
La coordinadora cambió un año, una chica muy joven que entendía que las reuniones eran un momento de evaluación continua sobre el trabajo. No buscaba culpables, si no soluciones. El campa cambio de golpe y fuimos aun mejores de lo que nos pensábamos en las otras reuniones.
Que necesario e importante es buscar mejorar, evaluarse es avanzar, tanto profesional como personalmente. Y que miedo tenemos a ser culpados, a ver los errores cometidos. Si no los vemos no los corregimos y eso nos hace peores aun. Desde aquí os ánimo a todos a evaluar vuestro trabajo. En animación es muy importante. En un hotel, donde yo estaba de jefa de equipo, tenían pista de tennis y esta era una actividad gratuita, una vez a la semana, con los animadores. cada día, al acabar las actividades nos reuníamos para comentar la jugada. y resultaba que el tennis era terrible para el animador que la llevaba, iba tanta gente que se hacía imposible disfrutarla y el pobre animador se tragaba todas las quejas…al fin entendió el objetivo de la reunión, habló del problema y pudimos solucionarlo. Pero hasta que se dio cuenta de que no era un momento para regañar, si no para solucionar, las paso canutas los días de tennis.
Al igual que en la comparativa de libros sobre sentimientos, es todo un placer leerte, @gapy animación! Yo también he sido monitora de escuelas de verano que han sido un desastre absoluto y en las que todos veían la paja en el ojo ajeno pero nunca la viga en el propio. Organización pésima y pocas ganas de mejorar, te entiendo tanto! Y si en la educación no formal tiene mucha importancia, imagínate en la formal. Ays, cuánto nos queda por aprender…
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