Cómo (no) enseño inglés

Como he dicho en más de una ocasión, hasta ahora me había ganado la vida básicamente como profe de inglés en infantil, pero al encontrar trabajo en Alemania por fin pude ser tutora de un grupo.

Actualmente trabajo en un kindergarten bilingüe. Eso significa que en mi grupo somos dos educadoras, y mientras que yo hablo en inglés, mi compañera habla en alemán. Así que mi trabajo sigue ligado a esa lengua, de hecho veo cómo mi alumnado aprende inglés a diario, y sin embargo no doy clases de inglés. Ni una. Y estoy convencida de que la de mis alumnos y alumnas es la mejor forma posible de aprender un idioma, tanto por la forma como por el resultado.

He de aclarar, sin falta, que estoy convencida de que estamos obsesionadísimos con la importancia de que se aprenda inglés desde muy muy temprano, pues creemos que cuanto antes empiecen siempre será mejor, y no solo eso sino que si empiezan “demasiado tarde” luego les será muy difícil aprender. Y tenemos una perspectiva, desde mi punto de vista, muy equivocada, pues lo que falla en el aprendizaje del inglés no es la edad a la que se empieza, sino cómo se trabaja.

Habitualmente se trabaja en infantil y primaria mucho vocabulario y repetición de frases cortas, y luego se va añadiendo la gramática, que va cobrando protagonismo hasta el punto de convertirse en la reina del baile. Y yo me pregunto… ¿acaso hemos aprendido la lengua materna haciendo listas de palabras (o juegos con vocabulario) a porrón, o estudiando gramática? Y aprendimos relativamente rápido y sobre todo sin dolor alguno, y con frecuencia con resultados brillantes, así que no tiene ningún sentido que utilicemos un método diferente al natural para aprender una lengua extranjera…

Y eso es lo que intento hacer con mi grupo, aproximarles el inglés de la manera más natural posible.

Como decía previamente, no hago clases de inglés. En cambio, para mis alumnos represento una motivación constante para aprender. Yo soy su tutora, igual que mi compañera, por lo que pasamos juntos gran parte de las horas que pasan en el kindergarten, y en todo momento tanto mi compañera como yo estamos disponibles para ellos, así que pueden acudir a cualquiera de las dos, que le atenderá en el idioma correspondiente. Así que la primera sorpresa es que no hay una presión externa que les haga tener que acudir sí o sí a mí porque tienen que aprender inglés. Y obviamente al principio los que hablan alemán están más a gusto y tienen una relación mucho más cercana con mi compañera, de la misma manera que los que se expresan mejor en inglés (también los tenemos) tienen una relación más estrecha conmigo. Pero poco a poco se puede comprobar como esas barreras emocionales se van traspasando, y a fecha de hoy, incluso hace varias semanas, puedo decir que la gran mayoría de mis alumnos alemanes tienen una relación de confianza conmigo, y acuden a mí sin importarles que no les contestaré en su lengua.

A partir de ahí cada uno encuentra su motivación para esforzarse: unos quieren que les cuente cuentos (los cuentos en mi aula son siempre en inglés porque prácticamente siempre los cuento yo, pero no porque queramos usar la literatura como medio para aprender inglés, sino porque a mi compañera no le gusta mucho contar cuentos, y a mí me flipa), otros quieren conocerme, otros quieren jugar conmigo, otros quieren que les enseñe cosas, otros quieren que pinte con ellos, otros quieren que les haga reír, otros quieren que… o todo a la vez. Y aunque yo estoy aprendiendo alemán y lo utilizo cuando veo que es necesario, por lo general mi alemán es muy insuficiente, así que todas esas cosas (y muchas más, como las rutinas diarias) las hacemos en inglés igual que en alemán.

Mi trabajo no es que aprendan inglés, sino dar cobertura a sus necesidades diarias. El inglés les sirve para comunicarse conmigo, para expresarme sus necesidades, para contarme sus cosas, para expresarme su cariño; y es por ello que no necesito dar ninguna clase de inglés, ni jugar con flashcards, ni por supuesto hacer fichas, sino que simplemente viven con la presencia de ese idioma en el aula.

Y veo que el resultado de esta manera natural de acercarles a la lengua es que aprenden inglés a una velocidad de vértigo, sin darse cuenta y con ilusión. Me sorprende hasta qué punto entienden lo que les digo, incluso aunque tengan otro referente importante en el aula que les habla en su idioma. Y producen muchísimas frases, incluso completas y complejas. Tenemos un par de alumnos que no entienden ni inglés ni alemán (para mí un error absoluto colocarles en un lugar bilingüe sin entender ninguna de las dos lenguas), y los niños y niñas que hablan alemán se dirigen a ellos en inglés porque creen que de esa manera les van a comprender. No ocurre así, pero no cejan en su empeño, y cada vez lo hacen mejor. Intentan dirigirse a mí en inglés, aunque sea parcialmente, y les encanta enseñarme cuánto vocabulario saben, incluso aunque ese no sea mi objetivo, y de hecho en muy pocas ocasiones les enseño palabras sueltas fuera de contexto y necesidad, normalmente cuando me lo piden ellos. Lo hacen porque están orgullosos de ellos mismos.

Algunas familias se dan cuenta, y me dicen que dentro de poco no van a poder utilizar el inglés como idioma secreto en casa, pero la mayoría no saben hasta qué punto están aprendiendo, pues el aula es el contexto donde necesitan ese idioma para poder comunicarse con todos los que pertenecemos a ella.

Es cierto que hay algo más en nuestro contexto que ayuda a que mi alumnado germanohablante quiera utilizar el inglés a diario, y es que, por nuestra condición de centro bilingüe, tenemos algunos alumnos y alumnas (obviamente minoritarios) que se expresan mejor en inglés que en alemán, aunque generalmente tampoco es su lengua materna, y por tanto tampoco son el mejor ejemplo. Pero la verdad es que gracias a ello yo soy todavía más consciente de cuánto aprenden, pues a principio de curso jugaban casi siempre separados y su comunicación era escasa y basada en la violencia, y hoy es mucho más rica y pacífica. Aun así, no es un pilar básico, pues si no hubiera presencia de educadora angloparlante, estos alumnos aprenderían alemán por pura necesidad y no habría el intercambio tan sano y útil que vemos hoy.

En resumen, mi alumnado aprende inglés a una velocidad envidiable sin necesidad de obligarles ni de que sea la única lengua presente en el aula, sin unidades didácticas ni temáticas que cambian a lo largo del tiempo, sin enseñar vocabulario de manera explícita, sin fichas, sin repeticiones y más repeticiones. No es la lengua vehicular del aula. Es una de ellas.

Así que sí, aprender inglés no solo jugando sino viviendo, y además en un lugar en el que no hay una inmersión real (no vivimos en un país de habla inglesa, y yo no soy nativa), es posible. Y no solo eso sino que es mucho más respetuoso, natural, y efectivo que dar clases de inglés como tal, así que yo diría que deberíamos replantearnos sin falta la manera en la que estamos llevando el inglés a España, ese bi-trilingüismo tan maravilloso a nivel político, y tan estafa a nivel educativo.

Un pensamiento en “Cómo (no) enseño inglés

  1. Estoy totalmente de acuerdo contigo,lo que los niños necesitan es estar expuestos a la lengua cuanto más tiempo mejor.
    La manera de aprender una lengua es escuchando,estando expuesto y lo demás llega. Para hablar una lengua y ser competente en ella a nivel oral,no hace falta saber su gramática .Tampoco es necesario saber leer y escribir para ser «competente» usando dicha lengua. Ahora ya es más raro pero de la generación de mi iaia,y más en zonas rurales, hay mucho analfabetismo. Gente que por circunstancias no ha aprendido a leer y escribir pero que se comunica perfectamente.
    El curso pasado estuve en un cole rural y en infantil eran diez niños de entre 3 y 5 años. Por circunstancias del centro a parte de mis sesiones de inglés pasaba mucho tiempo con ellos y siempre me dirigía a ellos en inglés, daba igual que estuviéramos en clase,en el patio o de excursión. Me llamaban loca :) pero los de tres adquirieron a nivel comprensivo un nivel que no tenían ni los de segundo de primaria. En los peques es donde más se notan los resultados.
    Ahora estoy en un centro con 25 alumnos en clase y una vez a la semana voy 45 minutos a darles comunicación oral y entro hablando en inglés y me toman por el pito del sereno. No están habituados a que se les hable en inglés, solo saben seguir el libro y las estructuras y vocabulario que
    están dando en el momento…es muy difícil no tirar la toalla y hacer toda la sesión en inglés pero bueno a cabezona no me gana nadie jajajaja

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