Libros Chulos: «Lola se va a África»

Tras un par de meses desde la última publicación, es probable que este verano me sumerja más en la Literatura Infantil que en otros tipos de contenidos que suelo traer, y de hecho vuelvo para recomendaros un libro chulíiiiiiisimo. Hace ya un tiempo que lo tengo y sigo enamorada de él como el primer día, al ver su portada me brillan los ojos y al abrirlo siento mariposillas en el estómago, jijiji. Se llama «Lola se va a África», está escrito e ilustrado por Anne Villeneuve, y es de la editorial Bira Biro.

Mi amiga Lola tiene nada más y nada menos que tres hermanos, que además parecen trillizos. Pero no tres hermanos como otros cualquiera, no… ay… son tres hermanos malos, horribles y asquerosos. Lo sé porque me lo ha contado Lola. Y como está harta, se va a África. Se lo dice a sus papás, pero parece que están demasiado ocupados para hacerle realmente caso o directamente no la toman en serio. Y entonces entra en acción el bueno de Gilbert, el chófer de la familia, que la llevará hasta la mismísima África, ayudándole a consultar un mapa, a coger un barco, a atravesar la jungla, a preguntar el camino a las jirafas que parecen caballos, a pedir soufflé de huevos de avestruz y bocadillo de saltamontes en un restaurante aficano, a atravesar un desierto, a tomar un avión, recorrer un tramo en camello, y a navegar en el Queen Elisabeth 2 evitando poner la mano en el agua por el peligro que entrañan las pirañas. Gilbert, en definitiva, ayuda a Lola a sentirse libre y tranquila, a admirar las mejores puestas de sol, que evidentemente son las de África, y por supuesto, como buen amigo, la lleva de vuelta a casa sana y salva.

Qué diferente puede ser «lo imprescindible» según la edad… :P

Es una historia preciosa de una niña muy decidida que necesita evadirse de su realidad, y para ello utiliza su imaginación y la de su amigo Gilbert, que sabe exactamente lo que la niña necesita en ese momento: cariño, atención, complicidad… y no duda un solo instante en ayudarle de la major y más tierna manera posible. Gracias a ello entramos en un placentero juego en el que el protagonista es nuestra imaginación, tanto la de los más pequeños, como Lola, como la de los más grandes, como Gilbert. Porque, sí, Lola nos invita constantemente a tomar cada elemento que va saliendo en el libro, elementos de lo más cotidiano, por otros más exóticos.

Me encanta la relación que se establece entre la niña y el mayordomo, una complicidad preciosa entre un adulto y una niña, quien además entiende a la perfección el juego imaginativo que le brinda desde el inicio. A veces me pregunto si se tratará de una nueva amistad forjada gracias a la frustración que producen los trillizos en Lola, o si más bien es una amistad antigua, pues Gilbert sabe muy bien como tratar a «la señorita».

En cuanto a las ilustraciones, de la misma autora, son sencillísimas y sin embargo preciosas.

Mención aparte merecen los remolinos que salen de la cabecita de lola cuando ésta está enfadada, que conforme pasa el tiempo y se va sintiendo mejor van haciéndose más pequeños y que ¡POP! desaparece por completo cuando por fín «llegan a África».

Además las acompaña un texto que nos va contando cosas sin decírnoslas explícitamente. Nadie nos dice cómo es la relación entre Lola y sus padres, pero la intuímos; no se explica en ningún momento que Gilbert y Lola están jugando y que ambos son conscientes de ello, pero podemos sobreentenderlo. Este detalle será, sin embargo, el más difícil de entender para los niños, pues ellos son literales, y llegado cierto punto de la historia, esa característica brillará por su ausencia. Sin embargo, puede constituir una buena práctica en este sentido.

¿Por qué creo que «Lola se va a África» puede ser útil para trabajar en el aula?

Porque habla de lo difícil que puede llegar a ser la relación entre los hermanos, empatizando con una frecuente fuente de frustración en los niños.
Porque nos cuenta, sin embargo, que los adultos pueden ayudarnos a sobrellevar esta frustración.
Porque utiliza la imaginación como válvula de escape, y nos consuela saber que nuestro rincón de paz puede estar más cerca de lo que pensamos.
Porque podemos trabajar la imaginación, la información no literal y las señales icónicas de las ilustraciones, como el «remolino de ira».
Porque da pie a trabajar los mapas o el continente africano, o incluso, si se quiere ir más allá (probablemente con niños más mayores de los que tengo yo en mente), las clases sociales.

Y probablemente más cosas que se me escapan, de esas que de repente ves y te parecen tan importantes que no entiendes cómo puedes haberlas pasado por alto hasta el momento xD

Después de la lectura, trataría de ubicar África y nuestra propia localización en el mapamundi, y tras ello puede que nos entren ganas de vivir nuestra propia aventura, buscando nuestra propia África, por el aula, por los pasillos o por el patio, ¿no creéis? Puede ser divertido (y enriquecedor)…

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